Hace poco más de un año atravesé un bloqueo de escritura y, tratando de sacarme de ahí, me encontré cuestionando por qué elegí ser periodista para saber cuándo empezó todo. Siempre sentí ese vacío a lo largo de mi profesión, pero nunca le di importancia.
Elegimos la carrera que elegimos por varios motivos, y uno de ellos es por la influencia de alguien, como un familiar pero no tengo padres, tíos, primos o abuelos periodistas. Ellos tampoco frecuentaban algún círculo social en el cual podrían cruzarse con uno.
Los únicos periodistas que mi familia y yo conocíamos eran aquellos que veíamos en la televisión, escuchábamos en la radio o leíamos en los diarios, y no teníamos idea de cómo era ser uno ellos.
Empecé a hacer memoria de las cartas que escribía a una amiga por correspondencia y de las poesías que escribía en la secundaria. Lo que me llevó a las clases de redacción del profesor Anibal.
Sus clases no eran como las de las otras materias. Las malas lenguas decían que era por su atractivo estilo de joven profesor. De cierta forma, era verdad; pero había algo más que eso, al menos para mí.
Anibal me presentó las diversas formas de encontrarme con la escritura, llevando a las clases poesías, fragmentos de libros, canciones y temáticas del cotidiano como inspiraciones para luego escribir textos.
Me sentía cómoda en sus clases escribiendo sobre lo que pasaba, sobre hechos que sucedían, sobre lo que veía y escuchaba, compartiendo con alguien más. Pero aún no me quedaba claro qué hacer con eso.
Tampoco tenía muy claro qué carrera elegir. Me propuse historia por la investigación, pero me cuestioné si iba a escribir. Tal vez letras, pues me gustaba la literatura pero no me sentía cómoda con la ficción. Cuando descubrí que periodistas redactan sobre lo que pasa para alguien más, no dudé y acá estoy.
Pero de tanto escribir lo que sucedía con otros, las historias de otros, me olvidé de la mía. Ahora, si me toca nuevamente un bloqueo de escritura —a lo que aún estoy sujeta— sé dónde volver a empezar.
Rafa Aguiar
Este texto fue enviado originalmente a las personas que recibieron el newsletter Correo Ohlindero el día 7/6/2024.
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